GLOSARIO FEMINAZI CAP.1: MARXISMO CULTURAL

Pues nada chavales otro dia mas escribiendo un articulo que creo que puede ser interesante, a pesar de que hace ya tiempo que no continuo con el blog.  Hoy quiero tratar un tema un poco mas serio que los anteriores y que creo que es de vital importancia ya que es de tema actual, es el Marxismo Cultural (de ahora en adelante MC) ya que engloba una serie de doctrinas como son la Independencia en Cataluña o el feminazismo (yo lo llamo asi por que llamarlo feminismo, aunque sea radical, es un puto insulto a un movimiento que busca la igualdad no la violencia), y otras muchas mas.
El MC viene de la llamada Teoría Critica de la Escuela de Francfort, la cual es una forma de Ingeniería Social que busca la manipulación por parte de los medios, a la hora de manipular al individuo y ese tipo de cosas, vamos, ingeniería social en estado puro.

ESCUELA DE FRANKFORT


Véase la estructura piramidal de poder
que ostenta esta prestigiosa escuela.

La Escuela de Francfort tiene su origen en el Instituto de Investigación Social creado en Alemania en 1923. Su segundo director, Max Horkheimer, consiguió aglutinar a partir de 1930 a una serie de pensadores y colaboradores comprometidos con una revisión del legado ilustrado, la herencia de la filosofía marxista y la recepción del psicoanálisis. Esta iniciativa se vio truncada con la llegada al poder de los nacionalsocialistas, lo que obligó a sus integrantes a exiliarse. Los principales miembros de la Escuela de Francfort, además de Adorno, Horkheimer y Habermas, son: Erich From (1900-1980), Herbert Marcuse (1898-1979) y Walter Benjamin.Una de las aportaciones principales de Horkheimer es la distinción entre teoría tradicional y teoría crítica. Esta distinción obedece a la necesidad de una comprensión teórica de las transformaciones que se están produciendo en las sociedades desarrolladas. Concretamente, las formas de dominación y de manipulación de la conciencia en las sociedades capitalistas. Esto da como conclusión a la Teoría Crítica

MARXISMO CLÁSICO

El llamado socialismo científico o marxismo nació en el siglo XIX, a partir de las ideas de Marx y Engels, en pleno desarrollo de la Revolución industrial. Aquella Revolución, la misma que habría de iniciar una era de progreso material para la civilización, se fundó sobre uno de los capítulos más negros de la historia, el de las injusticias sufridas por una nueva clase social, el proletariado o clase obrera. Centenares de miles de hombres, mujeres y niños se vieron obligados para subsistir a trabajar y vivir en penosas condiciones: con sueldos de hambre, jornadas laborales agotadoras de 14 horas, expuestos a los accidentes y los despidos arbitrarios, sin seguros médicos, descanso o jubilación, hacinados en pequeños e insalubres apartamentos y amenazados siempre por la mortal tuberculosis.
Contra esta situación de auténtica explotación se alzaron dos voces, muy distintas en sus orígenes, naturaleza, ideas y objetivos: la Iglesia católica y el ya citado marxismo. La Iglesia fue desarrollando un cuerpo de doctrina, la Doctrina Social, cuyo documento más representativo fue la encíclica de León XIII, Rerum novarum (1891). La Doctrina Social de la Iglesia condenó, a la vez, los abusos del liberalismo económico y el marxismo, y fue también el origen de numerosas iniciativas personales y organizaciones que defendieron los derechos de la clase obrera y trabajaron por mejorar sus condiciones de vida. Pese a todo, el socialismo se impuso en los ambientes obreros desde finales del siglo XIX.
El socialismo de Marx fue concebido como una filosofía materialista y atea, en la que la historia se interpretaba como un enfrentamiento entre clases opresoras y oprimidas. Para Marx, en su tiempo, la sociedad se presentaba dividida en dos clases antagónicas: la burguesía -los opresores- y el proletariado -los oprimidos-. El marxismo entendía que el pueblo trabajador debía tomar “conciencia de clase” y lanzarse al enfrentamiento contra la burguesía. Era pues necesaria “la lucha de clases” y la “Revolución”, es decir, la toma del poder político por la fuerza. Obtenido el poder, se instauraría la “Dictadura del Proletariado” que habría de imponer el fin de las clases y de la propiedad privada. Finalmente, la Dictadura del Proletariado, transformando la sociedad, llevaría a una sociedad perfecta, al Paraíso en la Tierra.
Paralelamente al establecimiento de los totalitarismos de izquierda después de la II Guerra Mundial (Desde 1945, primero en Europa del Este y posteriormente en China y otras zonas del mundo), en diversos países, desde EEUU y Canadá hasta Europa occidental, pasando por Australia y Nueva Zelanda, la evolución política, económica y social fue desarrollando y consolidando un nuevo tipo de sociedad, cuya principal novedad histórica ha sido, no sólo conseguir un alto grado de riqueza, sino ante todo que esa riqueza esté bien repartida entre la mayor parte de la población. Lo que hace rico al primer mundo son sus clases medias, un sector que supone en torno al 80% de los ciudadanos. Los niveles de renta conseguidos por estas clases medias unido al establecimiento de diferentes sistemas de Seguridad Social han permitido unos niveles de vida generalizados impensables en 1900. Es el Estado del Bienestar, que ha sabido sobrevivir a todas las crisis económicas que se han sucedido desde 1973. Un buen ejemplo lo representa la España de los años 60, donde en poco más de una década se pasó de una sociedad rural y subdesarrollada a una sociedad urbana de clases medias, formadas tanto por aquellos que procedían de los antiguos grupos privilegiados como por los que ascendían desde los sectores hasta entonces más desfavorecidos (obreros y campesinos). En la España de finales de los 60 y principios de los 70 muchas familias comenzaron a disfrutar, por vez primera, de vivienda propia, vacaciones pagadas, electrodomésticos y automóvil, o enviaron -también por primera vez- a uno de los suyos a la Universidad.
Esta mentalidad “obrera” se traduce actualmente en numerosos prejuicios y, sobre todo, en un fuerte clasismo. A menudo cuando pensamos en el clasismo solemos tirar del tópico de un rico mirando por encima del hombro a un pobre, pero olvidamos que ese afán por marcar el territorio y despreciar al otro puede también surgir entre los que se sienten socialmente inferiores y reaccionan contra el que creen está por encima. Es el resultado de “la lucha de clases” propuesta por Marx, y que aún hoy predispone a muchos individuos que, casi inconscientemente, dividen la sociedad en buenos -los pobres- y malos -burgueses, ricos, fachas-, obrando en consecuencia, es decir, rechazando, excluyendo, discriminando. Es curioso como estas actitudes de rechazo, que en muchas ocasiones derivan en serias injusticias, parecen ser compatibles con las viejas proclamas que giran entorno al ideal de la solidaridad. En definitiva, un enorme bagaje -un hervidero- de sentimientos negativos -odio, orgullo, complejos y rencores- atizados en el pasado por el fuego del marxismo y hoy mantenidos por los rescoldos de dicha ideología, que constituyen un muro invisible, un factor de división que dificulta, a veces gravemente, la cohesión social, la comunicación entre personas y grupos.

CONCLUSIÓN

Asi pues podemos ver que el MC es una versión mas hardcore de el clásico ideado por Marx, ya que esto engloba no solo hacia la religión o al poder establecido, sino a una sociedad, economia, culturas y artes es decir, a nivel global.
En el MC el opresor es el hombre blanco heterosexual, personas que están conformes con su género y sobretodo los cristianos católicos.
Mientras que el oprimido es aquel que tenga otra raza distinta a la caucásica, el que promueve el Islam o los pansexuales, es decir diversidad sexual.
Mientras que Karl Marx buscaba la utopía para el proletariado, el MC solo busca un conflicto eterno, es un Caballo de Troya, ya que pretende destruir una parte del sistema, para perpetuar otro, inclusive mas radical y violento, llevándose consigo la vida de muchas personas manipulandolas o castigandolas, creando una autentica distopía totalitaria.

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